miércoles, 30 de noviembre de 2016

Meditación

9 FORMAS DE HACER DE LA MEDITACIÓN UN HÁBITO

1) Admira a los grandes meditadores. Conoce a los grandes meditadores y fíjate en la tranquilidad que tienen. Cómo dominan cada movimiento, cada palabra, cada estado emocional a su antojo. Te servirá de motivación porque estoy seguro de que quieres convertirte en una persona que tienes un autocontrol absoluto de tu persona. 2) Elige un momento del día. Te recomiendo que sea a la mañana: recién levantado, después de desayunar o antes de salir de casa. La meditación te recarga las pilas, te induce en un estado de trance muy beneficioso para afrontar tu día a día. Elige una hora y comprométete a practicar un poco de meditación todos los días. Siendo constante con esta práctica empezarás a notar los beneficios de la meditación. Es una cuestión de compromiso. 3) ¿Cuánto tiempo necesitamos para crear un hábito? ¿Cuánto tiempo se tarda en crear un nuevo hábito? Las estimaciones varían porque depende de cada persona y del hábito que intentemos crear. Para hacer de la meditación un hábito se necesita de uno o dos meses de práctica regular. La buena noticia es que ya hay cambios mensurables en el cerebro después de sólo dos semanas de practica. 4) Convertirse en la excepción. Ten en cuenta que la tasa de deserción entre los meditadores nuevos es alta en las academias especializadas, sólo dos de cada diez siguen con esta práctica después de un año. ¿Estás dispuestos a ser la excepción? 5) Sé realista. Sé realista con tus expectativas sobre la meditación. Por ejemplo, no esperes obtener un efecto tan brusco como quien se toma una pastilla (aunque es posible obtener un efecto parecido). Recuerda que para que se obtengan los cambios necesarios en tu cerebro se necesita tiempo. 6) Empieza poco a poco. Los cambios en el cerebro se pueden producir con tan sólo tres minutos de meditación de atención plena al día. A menudo recomiendan comenzar con cinco minutos al día y subir hasta veinte si ves que eres constante y lo estás haciendo bien. 7) Disfruta. Es muy importante asociar placer con la meditación. De esta forma nos costará cada vez menos buscar nuestro particular momento de meditación. 8) No hagas demasiados preparativos. Sólo necesitas bajar un poco la persiana y un poco de silencio, te pueden ayudar unos tapones. Tan sencillo como eso. 9) Aprende los conceptos básicos. Cuando estás empezando puede ser útil comenzar con una guía de meditación, hay muchos buenos recursos para esto en internet así como meditaciones guiadas de gente experta. Estos recursos deben ser eventuales para así poder cumplir el consejo nº8. Una vez que aprendas a meditar yo recomiendo alejarse de la meditación guiada.

POR QUÉ SE NOS HACE TAN DIFÍCIL MEDITAR???


¿Que es lo que pasa que algo tan simple como sentarse en quietud y observar la respiración produce miedo, rechazo e incluso hostilidad? Habiendo tanta información que prueba los beneficios mentales, emocionales y físicos de esta práctica, resulta que hay mucha gente que rehusa probarlo. Desde luego que la meditación puede ser un reto , y todavía más si no sabemos muy bien por qué lo hacemos. Puede parecer extraño sentarse y escuchar el incesante parloteo en nuestra cabeza, y fácilmente nos aburrimos si no hacemos nada durante un tiempo, aunque solo sean unos minutos. Podríamos buscar muchas razones, pero vamos a señalar unas cuantas resistencias mentales que encontramos habitualmente en la gente : 1. Estoy muy ocupado, no tengo tiempo. Lo cual puede ser cierto si se tienen niños pequeños y un trabajo a jornada completa, y todo lo que eso conlleva. Sin embargo estamos hablando de unos 10 minutos al día. Se pasa más tiempo leyendo el periódico o navegando sin rumbo por internet. Parece que no tenemos tiempo porque generalmente llenamos cada minuto de actividad y nunca apretamos el botón de pausa. 2. Encuentro muy incómodo estar sentado quieto mucho tiempo. Si estás tratando de practicar en el suelo con las piernas cruzadas, efectivamente se hará incómodo. Pero en lugar de eso puedes sentarte recto en una silla firme y cómoda. O puedes hacer meditación caminando, o yoga, o tai-chi. La meditación en movimiento puede ser tan beneficiosa como la práctica sentada. 3. Mi mente nunca deja de pensar: no puedo relajarme, no puedo meditar. Mi mente no se para, da vueltas todo el rato. Mis pensamientos me vuelven loca! Estoy tratando de escapar de mi mismo, no mirar adentro. ¿Suena familiar? Efectivamente, tratar de parar los pensamientos es como tratar de detener el viento: es imposible. En la enseñanza oriental se describe la mente como un mono borracho mordido por un escorpión, pues igual que un mono salta de rama en rama, la mente salta de una cosa a otra, constantemente distraída y ocupada. De modo que cuando uno se sienta quieto y trata de aquietar la mente, se encuentra con toda esta agitación que parece insana. Realmente no es nada nuevo, solo que ahora uno se percata de ello, mientras que antes uno estaba inmerso en ello, sin percibir que el parloteo era tan constante. Esta experiencia de ajetreo mental es muy normal. Alguien estimó una vez que en una sesión de 30 minutos de meditación podemos tener más de 300 pensamientos. Años de mente atareada, años de crear y mantener dramas, años de confusión o de mirarse el ombligo, hacen que la mente no sepa aquietarse. Más bien busca diversión. No es que uno pueda de repente apagarla cuando medita. Esta experiencia es algo muy habitual en los principiantes. 4. Hay demasiadas distracciones, hay mucho ruido. Ya pasaron los días en que podíamos irnos a una cueva y no tener interrupciones hasta que resurgíamos más tarde iluminados. En lugar de eso, tenemos que gestionar los ruidos y demandas del mundo alrededor. Pero no hay por qué dejar que nos dominen. ¿Que hay coches circulando? Bien. Deja que marchen, pero no te vayas con ellos. La tranquilidad que buscas está dentro, no fuera. La experiencia de quietud es acumulativa: Cuanto más te sientas, lentamente, la mente se hace más calmada, a pesar de cualquier distracción que pueda haber. 5. No veo resultados. Inevitablemente, aquí te tienes que fiar de los instructores. Algunas personas se percatan de los beneficios tras solo una sesión , pero la mayor parte de nosotros nos lleva más tiempo. Quizá notes la diferencia tras una semana o dos de práctica. Lo cual significa que tienes que confiar en el proceso lo suficiente como para mantenerte ahí, antes de comprobar los beneficios. Recuerda que un músico necesita tocar durante horas para conseguir la nota correcta, y en Japón puede llevar 12 años aprender el arte de composición floral. Estar en calma sucede, pero puede llevar un tiempo hasta que llega el momento, de aquí que se necesita paciencia. 6. No valgo para esto, no lo hago bien. Realmente, es imposible hacer mal la práctica. Lo haces bien incluso si se sientas por 20 minutos y no paras de tener pensamientos disparatados. No hay valoración de correcto o equivocado, y no hay un camino único. Se dice que hay tantas formas de meditación como personas que la practican. De modo que todo lo que necesitas es encontrar la manera que funcione para ti y ser constante. Lo que importa es que te lleves bien con la meditación. No es útil que te te propongas meditar y luego te sientas culpable porque no encontraste tiempo o solo hiciste 10 minutos, cuando pretendías hacer 30. Es más realista practicar un tiempo breve y disfrutar, que sentarte apretando los dientes por obligación. La meditación es una compañía amable a lo largo de la vida, como un viejo amigo al que recurres cuando necesitas apoyo, inspiración y claridad. Es para disfrutar. 7. Son cosas extrañas de la Nueva Era. Desde luego que es fácil perderse en las promesas de eterna felicidad de la Nueva Era, pero la meditación es una práctica muy antigua. Hace más de 2500 años, el Buda fue un meditador experimentado, que probó muchos caminos para conseguir la paz mental. Y ese es solo un ejemplo. Cada religión tiene su propias variaciones sobre el asunto, y todas se remontan siglos atrás. De modo que no hay nada nuevo ni raro. En otras palabras, meditar no es forzar la mente a estar quieta. Más bien se trata de dejar marchar las resistencias, o lo que pueda aparecer: dudas, miedo, deseos, preocupaciones, sentimientos de inadecuación, dramas sin fin,… Cada vez que uno se encuentra con la mente dispersa, fantaseando, recordando o planificando, se da cuenta y regresa al ahora, al momento presente. Todo lo que se necesita es prestar atención y estar con lo que es. Nada más Traducido y adaptado del blog de E&D Shapiro Fuente: https://agustinprieta.wordpress.com/




No hay comentarios:

Publicar un comentario